Nuestro caminar longevo
por encima de las noches
nos está llevando al final de la línea.

Una ciudad de hierro
que se oxida en la humedad de los lamentos,
mujeres como estatuas,
motorizados que destellan su pasar
y el profundo eco del silencio
borran nuestras huellas.

Nuestra inocencia 
se ha perdido para no regresar más.
El aroma a sangre transmuta
y se convierte en humo,
autos con luces de neón
se hacen indiferentes
a nuestro caminar.


La línea se acorta
y nuestras sombras
tiemblan de frío.
Aquella identidad que tuvimos
sólo fue pasajera,
tan sólo permanecerá
nuestro último lamento.

Estancado; por José Daniel Torres Rodríguez




Nuestro caminar longevo
por encima de las noches
nos está llevando al final de la línea.

Una ciudad de hierro
que se oxida en la humedad de los lamentos,
mujeres como estatuas,
motorizados que destellan su pasar
y el profundo eco del silencio
borran nuestras huellas.

Nuestra inocencia 
se ha perdido para no regresar más.
El aroma a sangre transmuta
y se convierte en humo,
autos con luces de neón
se hacen indiferentes
a nuestro caminar.


La línea se acorta
y nuestras sombras
tiemblan de frío.
Aquella identidad que tuvimos
sólo fue pasajera,
tan sólo permanecerá
nuestro último lamento.

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