Tal vez no me siguen las frases desde que estoy “feliz”
Porque conseguí el mejor licor
Y posé mis deseos en sus labios
Pero, olvidé el romance en la mañana
Con una terrible jaqueca
Tal vez las frases olvidaron mi dirección desde que estoy
“cómodo”
Porque mi conexión de internet no fallece
Y posé mis deseos en conocer otras vidas
Pero, mis lentes se partieron
Y lo brillos de la pantalla lisa que me acompañan
Abofetean mis pupilas
Dejando una terrible jaqueca.
Tal vez las frases extraviaron mis noches desde que duermo
“bien”
Porque cambié mi cama por una pequeña para que no quepa la
soledad
Y posé mis deseos en soñar un poco más
Pero, los recuerdos destellantes cegaron mi camino
Causándome insomnio
Y sí, una terrible jaqueca.
Estoy seguro de que ya no escribo poesía
En la libreta hay un cartel gritándolo
“CERRAMOS POR MANTENIMIENTO”
Pero, en algún lado
Un niño susurra
Está cansado que lo silencien
Está cansado de las jaquecas.
El adulto aburrido de los tal vez; por Edgar Rovallo
By Unknown
A los desaparecidos
y los que buscan
***
Mírame
mira mis ojos
mira mis manos.
Pronto seré un fantasma
rugiendo
en tu recuerdo.
Pronto no me verán más
ni mis hijos
ni mis padres
ni nadie.
Mas yo estaré escondido
bajo los susurros de sus plegarias
palpitando
viviendo.
Mírame desaparecer en la
fosa
para habitar la memoria
de mis hijos
de mis padres
de todos.
Mírame perseguirte.
***
Me quitaste la vista
me quitaste la voz
pero no me quitaste las
piernas
(no puedes)
Y camino ciego
camino mudo
camino sobre las
espinas
camino sobre los
carbones
camino
quemo
desangro.
Solo una bala puede
detenerme
mas no detendrá
a los miles detrás de
mí.
***
Tus fotos están en el
periódico
en las paredes
en los postes de luz.
DESAPARECIDA —dicen
y yo ni recuerdo
la última vez que olvidé
recordarte.
***
¿Olvidar?
¿Olvidar el destierro,
la ausencia, la asfixia?
No.
No olvidamos.
La herida nos escribe y
no somos de papel.
La pena nos deforma y
no somos de plástico.
Algo hondo nos crece
adentro.
Algo con pelos y patas
y uñas.
No olvidamos la
carencia.
La batalla contra las
mandíbulas de la noche
se libra con la luz de
sus rostros.
José Ignacio Contreras: 4 poemas escritos una noche
By Unknown
Me escribo
en cada página
porque sino me revientan las sienes
y las tristezas se me caen de una en una
en el borde de la cama.
porque sino me revientan las sienes
y las tristezas se me caen de una en una
en el borde de la cama.
Se me quiebran las rodillas,
los suspiros, las angustias
y regreso a los lugares
donde el mar ni los besos me tocan.
los suspiros, las angustias
y regreso a los lugares
donde el mar ni los besos me tocan.
porque sino se me ahoga el pecho roto,
quebrado Y no me nacen flores del cabello
porque ya nadie me acaricia.
Silbo y repito canciones tristes
porque sin letras, se me quitan
esas benditas ganas de vivir,
de vivirme.
porque sin letras, se me quitan
esas benditas ganas de vivir,
de vivirme.
Por eso me escribo
me escribo en cada página.
me escribo en cada página.
Me escribo; por Paola Luna
By Unknown
Ramón
Palomares nace el 7 de mayo de 1935 en Escuque, estado Trujillo. Miembro
fundador del Grupo Literario Sardio. En 1952 obtuvo el título de maestro
normalista en la Escuela Normal Federal San Cristóbal. Se graduó como Profesor
de Castellano y Literatura en el Instituto pedagógico de Caracas (1958). Enseñó
en colegios de educación secundaria en el estado Nueva Esparta, en el estado
Trujillo y en el Distrito Federal. Licenciado en Letras en la Universidad de
los Andes, de la que fue profesor titular de Literatura.
En
1958 publica su primer libro de poemas: El Reino, por la editorial del grupo
Sardio. Por esta época forma parte de Sardio, al lado de intelectuales como:
Salvador Garmendia, Adriano González León, Guillermo Sucre, entre otros.
En
1963 se suma al movimiento estético El Techo de la Ballena, y participa como
editor de la revista Rayando sobre el techo.
En
1966 la editorial Seix Barral, de Barcelona, publica la Antología de la poesía viva latinoamericana,
de Aldo Pellegrini. Por Venezuela están: Ramón Palomares, Rafael
Cadenas, Juan Calzadilla, Juan Sánchez Peláez y Francisco Pérez
Perdomo.
Recibe
el Premio Nacional de Literatura en el año 1975 por Adiós Escuque.
Le
es conferido el Doctorado Honoris Causa el 14 de junio de 2001, en el Aula
Magna de la Universidad de los Andes. En un acto sin precedentes, estuvo
acompañado de Juan Sánchez Peláez y Rafael Cadenas, también merecedores del
Doctorado.
Vivió
en Mérida hasta su muerte, la cual acaeció el 4 de marzo de 2016 debido a una
cardiopatía.
Entre el río
A Edmundo Aray
Voy a entrar en un río
me quito la ropa y
entro y le abro la puerta
y miro adentro de su
casa
y voy a estar sentado
en las sillas negras
y en los espejos;
cuando hable escucho
qué dice y qué quiere
y cómo manda a todos y
dice que se va a remolinear
y veré cuando sus patas
empiecen a despedazar la ladera.
Tomaré agua de su
corazón y me beberé su cuello
y haré gárgaras y
escupiré adentro
y en los ojos le pondré
piedras y le quitaré los diamantes y los pedazos de oro
y de ojos le pondré
unos gatos
y veré qué vestidos se
pone y cómo hace para correr
y si está durmiendo le
escarbaré a ver qué sueña.
Yo vi qué come el río y
vi su mesa
y tenía platos como
guayabas podridas y ganado muerto y casas
y todas las siembras
que se llevó
y un hilo verde, muy
verde, como un ángel.
Me estuve sentado
viendo un gran campo que estaba debajo
y allí cantan todos y
se ponían morados
hasta que se oyó una
voz durísimo
y salieron iglesias y
calles de las nubes
y todos corrieron
y comenzó el río a
decir que se iba a morir.
Paisano (1964)
Dice que ya no le hacen falta flores
A Baica
Dice que ya no le hacen
falta flores que paqué
Que se las guarden pa
la fosa —dice
Que se la lleven a la
Inmaculada —dice
—Yo no
A mí no—
Por eso está cortando
todo
Por allí
por allá
No deja nada con cabeza
Los almendrones se pusieron blancos cuando
pring!
Comenzó a darles encaramado en la escalera
El
que vive envenenado
—A las gallinas
Al perro
A las matas de rosa
A todo A todo lo voy a fregar —dice
—Paqué flores
Paqué tanto animal
Pa puro echar jaretas!
Y Pring,
Suena el machete en la ramita
Corta el filo y en el tronco
—Que se friegue todo
Que se fuña
Y ya en la casa no es más que afanar
Y
corta que te corta
Y “¡Bajemeeso!”
Y “¡Tumbemeeso!”
“Qué caray”
Adiós Escuque (1968-1974)
Mi padrino tiene una pesadilla
Al Catire Hernández
Se despertaba dando gritos
—Déjenlo! No se metan con él
Déjenlo!
Y abría tamaños ojos
hasta que se encontraba
de nuevo
Entonces se tocaba el
corazón
Suspiraba…
Ay cómo está cansado de
ese largo viaje
hasta tantos años atrás
en los patios de café
por los potreros,
en las calles
empedradas donde rechinaban los cascos de tanta bestia…
—La noche está pesada —decía
El tiempo está pesado —decía
La vida está pesando
mucho… mucho
Adiós Escuque (1968-1974)
El patiecito
A Pedro Parayama
Me dijo mi padre el Dr.
Angel
—Qué haces Rómulo?
—Estoy desyerbando el patiecito
voy a sembrar
Pero…
¿Adónde está lo que te
di Rómulo?
De qué estás viviendo?
—Bueno soy escribiente padre
Escribiente.
—Entonces
No fuiste lo que yo soñé
—Ay padre
lo que
soñaste se lo llevaron las aguas
Ahora
solo hay malezas
malezas ¿ve?
Estoy
limpiando el patecito
Adiós Escuque (1968-1974)
El alma dándole de beber
Para Alberto Patiño
Llene este vaso
Llénalo y llévalo hasta
su corazón Beba
Haga beber su corazón
Beba con sus ojos Beba
con su frente Beba otra vez
Ya está!
Mire ahora
¿Qué me dice del Fondo?
No ve acaso una flor?
Sí Esa es la flor que
anda en Usted Ai va su flor
Color de vida Sí
Bien puede ser el infortunio
Ai está el cielo bajo
Ya su peso lo abruma
Contra las piedras dan sus huesos
Cuidado! Mire los arreboles
Aguante
Agárrese bien duro
Pero no vaya a asirse a una quimera
Es de la vida que se agarra el mortal
Es del vaivén
Ya viene el viento
negro Ya le encima su muerte
Ya lo despedazó
Vuelva Cierre los ojos
Florecita Quién te ha
mandado disvariar
Mi corazón está
cantando
Dando brincos Volando
está mi corazón
Adiós Escuque (1968-1974)
Ramón Palomares
By Unknown
Los siguientes poemas pertenecen al poemario Primera muerte, galardonado por la Fundación Casa Nacional de las Letras Andrés Bello en el 19° Concurso Nacional de Poesía Joven "Lydda Franco Farías" 2016.
***
pausan la lectura del gran libro de las nubes.
El mito decapitando formas
justo sobre nuestras cabezas.
La repetición infinita
de la caída infinita.
Manada de azulejos fugitivos del óleo celeste
pedazos de la totalidad intocable.
La antipintura antipintando el antipoema,
los antipoetas antipoetizando la antimuerte,
los antimuertos antihabitando la antivida.
La historia de las fechas
y las fechas de la historia
sin punto final
ni contraportada.
***
El vuelo de los pájaros
nos
despluma.
***
como un vestido de invierno.
El cuello ceñido
por las pesadillas que rondan
en busca de un cuerpo para poseer.
Las nubes engullen manadas de aves negras que caerán como lluvia,
las hormigas beben la sangre,
el perro frío olfatea los huesos deshabitados.
La noche llega y reclama
abrázame
tus hermanos te rodean
sienten el mismo frío
los despierta el mismo espanto
son el mismo pueblo con hambre.
José Ignacio Contreras: 3 poemas
By Unknown
Alfredo
Arvelo Larriva, nacido el 25 de mayo de 1883 en Barinitas (capital del
municipio Bolivar, estado Barinas) fue un poeta, periodista y político
venezolano. Hermano mayor de la poetisa Enriqueta
Arvelo Larriva y primo del también poeta, Alberto Arvelo Torrealba.
Desde niño recibió una gran educación. A los doce años fue enviado a Caracas para
que cursara su bachillerato. En plena juventud se dio a conocer como escritor
publicando textos periodísticos en los medios; Hoy Sábado y El otro.
Debido a su ideal revolucionario, y en consecuencia por su oposición al régimen
de Juan Vicente Gomez logró consagrarse como uno de las figuras del periodismo
venezolano.
En su obra poética destacó en sus inicios una huella
de modernismo hispanoamericano, la cual luego evolucionaría a post- modernismo.
En su trabajo se puede ver la espontaneidad, la naturalidad, la irónica acidez
y siempre visible jocosa amargura. Algunos de sus textos fueron publicados bajo
el pseudónimo de “E. Lenlut” (estas son las primeras letras del apodo
colocado por sus amigos, “el enlutado”.)
Su primer poemario se hizo público cuando dio a la
imprenta una colección de versos titulada Enjambre de rimas (1906), posterior
a eso, fueron publicados Sones y canciones (1909), por último
La
encrucijada. Secuencias de otro evangelio. Salmo a los brazos de Carmen
(1924), en éste último poemario se puede ver a un Alfredo más decaído en la
amargura, en la soledad y el desenfado que era causada por aquellos ocho años
de destierro en La Rotunda. En 1949, después de su muerte el ministerio de
educación de Venezuela decidió realizar un recopilatorio con todos sus poemas titulándolo
Sones
y canciones y otros poemas.
Muere en Madrid el 13 de Mayo de 1934.
Aquí algunos de sus trabajos poéticos:
La bestia
Campesino membrudo, de verdes años,
robusta labradora, de fresca vida,
se apresuran, opuestos, por escondida
senda que bien conocen ciervos huraños,
robusta labradora, de fresca vida,
se apresuran, opuestos, por escondida
senda que bien conocen ciervos huraños,
a toparse en el bosque —fácil guarida
de parejas a fruto de los regaños
y ojerizas paternos. ¡Con qué de amaños
la cita deseada fue convenida!
de parejas a fruto de los regaños
y ojerizas paternos. ¡Con qué de amaños
la cita deseada fue convenida!
—Digo las cosas claro; nadie se asombre—.
Van urgidos del hambre por la molestia:
él con hambre de hembra y ella de hombre.
Van urgidos del hambre por la molestia:
él con hambre de hembra y ella de hombre.
Se juntan... y tendida, tras un instante,
sobre el césped se agita súbita bestia,
bicéfala, cuadrúpeda, jadeante...
sobre el césped se agita súbita bestia,
bicéfala, cuadrúpeda, jadeante...
-Extracto tomado de
Sones y Canciones y otros poemas (1949)
Sones y Canciones y otros poemas (1949)
La melancolía de Lucifer.
Lucifer ha venido: (lector: no hagáis derroche
de sorpresa y espanto: Suele venir en coche,
a visitar mi alcoba y a departir conmigo,
pérfido y agradable como cualquier amigo).
de sorpresa y espanto: Suele venir en coche,
a visitar mi alcoba y a departir conmigo,
pérfido y agradable como cualquier amigo).
Lleva traje de luto con que sale de noche.
(Lectora: no hayáis miedo. Se viste sin reproche.
En un siglo elegante, pensáis que el Enemigo
Malo vaya desnudo, o en ropas de mendigo?
(Lectora: no hayáis miedo. Se viste sin reproche.
En un siglo elegante, pensáis que el Enemigo
Malo vaya desnudo, o en ropas de mendigo?
Me saluda y observo que no está bien diabólico.
Tal vez ha comenzado de nuevo a ser católico...
Y murmura en un tono triste y confidencial:
Tal vez ha comenzado de nuevo a ser católico...
Y murmura en un tono triste y confidencial:
-El Mal, de nada sirve; sólo me causa tedio.
-¿Y el Bien?- Satán responde: -¡Ridículo remedio!
El bien no es sino una forma sutil del Mal...
-¿Y el Bien?- Satán responde: -¡Ridículo remedio!
El bien no es sino una forma sutil del Mal...
-Extracto tomado de
Sones y Canciones y otros poemas (1949)
Sones y Canciones y otros poemas (1949)
Mirándote
a los ojos
Mirándote los ojos te miro toda entera.
Toda entera deslumbras en su magia sombría.
Así en un solo pájaro toda la melodía
y en una rosa única toda la primavera.
Toda entera deslumbras en su magia sombría.
Así en un solo pájaro toda la melodía
y en una rosa única toda la primavera.
Ojos negros y próceros de claridad procera
que a tu beldad son dúplice blasón de señoría.
Sabios en luz y sombra, no saben todavía
que por ellos mi trágica desesperanza espera.
que a tu beldad son dúplice blasón de señoría.
Sabios en luz y sombra, no saben todavía
que por ellos mi trágica desesperanza espera.
Y me forjo, mirándolos, el despotismo doble
de dos hermanos príncipes que con su brillo noble
subyugan un imperio presa de torvos males.
de dos hermanos príncipes que con su brillo noble
subyugan un imperio presa de torvos males.
Porque mi alma sufre, tenebrosa de tedio,
con la fe melancólica del ansia sin remedio,
la tiranía fúlgida de tus ojos triunfales.
con la fe melancólica del ansia sin remedio,
la tiranía fúlgida de tus ojos triunfales.
-Extracto tomado de
Sones y Canciones y otros poemas (1949)
Sones y Canciones y otros poemas (1949)
Plenitud.
Hoy cumplo treinta años de mi vida,
y doblo de la vida el Cabo de Hornos.
Y la ruta sin altos ni retornos
hacia el futuro va desconocida.
y doblo de la vida el Cabo de Hornos.
Y la ruta sin altos ni retornos
hacia el futuro va desconocida.
Atrás quedó mi juventud, ¿perdida?
Yo la maté: lo digo sin adornos.
Yo la maté: lo digo sin bochornos.
Así mata un amante a su querida.
Yo la maté: lo digo sin adornos.
Yo la maté: lo digo sin bochornos.
Así mata un amante a su querida.
Pero no la perdí. Transfigurada,
ella fue mi sostén en la jornada
de tres mil días por la Selva Obscura.
ella fue mi sostén en la jornada
de tres mil días por la Selva Obscura.
Ella me dio la paz que reverencio,
flor de la soledad y el silencio.
Y soy un buen doctor en amargura.
flor de la soledad y el silencio.
Y soy un buen doctor en amargura.
-Extracto tomado de
Sones y Canciones y otros poemas (1949)
Sones y Canciones y otros poemas (1949)
Alfredo Arvelo Larriva
By Unknown
La última vez que me vi
reflejado dentro de una sonrisa,
buscaba excusa para posponer
mi tristeza.
Como en la vida ajena
el sol se oculta tras
los ciegos
yo sólo puedo añorar
el calor de unos brazos.
Aún ingenuo y noble,
acarreo mi sombra
para así no estar tan solo
en el vacío de la soledad.
reflejado dentro de una sonrisa,
buscaba excusa para posponer
mi tristeza.
Como en la vida ajena
el sol se oculta tras
los ciegos
yo sólo puedo añorar
el calor de unos brazos.
Aún ingenuo y noble,
acarreo mi sombra
para así no estar tan solo
en el vacío de la soledad.
El solitario; por José Daniel Torres Rodríguez
By Unknown
-
José
Antonio Ramos Sucre, nacido en Cumaná (Estado Sucre) el 9 de Junio de 1890. Fue un poeta, educador
y diplomático venezolano. Hijo Jerónimo Ramos Martinez y de Rita Mora Sucre,
sobrina del gran mariscal Ayacucho Antonio José de Sucre. 1900 es enviado a
Carupano para ser educado por su padrino y tío paterno, José Antonio Ramos
Martinez, quien lo inicia en el latín y los libros, pero apartándolo de los
juegos infantiles. En 1902 muere su padre, y en 1903 después de la muerte de su
tío regresa a su hogar.
En 1910 se gradúa de bachiller en filosofía y
por sus dotes excepcionales es enviado a Caracas para que prosiga con sus estudios
de idiomas y comenzar con las carreras de derecho y literatura. Graduado de
abogado en la UCV en 1917 y posteriormente de Doctor en leyes en 1925.
Su obra literaria es dada a conocer desde
1911 cuando comienza a ser publicado por
varias revistas y diarios, sobre todo El Universal, donde aparecieron 108 de
sus poemas en prosa. Recopila su obra en Trizas de papel (1921), Sobre las huellas de Humboldt (1923),
ambos integrados a La
Torre de Timón (1925), en 1929 publica juntos dos libros distintos, Las formas del fuego y El cielo de esmalte.
Conocido como un hombre solitario,
introvertido, dedicado a la lectura y al estudio. En sus poemas en prosa se
puede reflejar aquel afligido individuo que sostuvo una infancia alejada de su
inocencia y una enfermedad nerviosa la cual se manifestaba en un frecuente
estado de insomnio. En ese estado febril recorre
las calles de la ciudad en horas nocturnas. En sus textos expresa el sufrimient o
que le produce su cada vez más pronunciad a
fatiga mental.
«El
mal es un autor de la belleza. La
tragedia, memoria del infortunio, es el arte superior. El mal introduce
sorpresa, la innovación en este mundo rutinario. Sin el mal, llegaríamos a la
uniformidad, sucumbiríamos en la idiotez.»
Su obra, al no poder ser catalogada dentro de las corrientes literarias de su tiempo, no será tomada en cuenta hasta casi medio siglo después, cuando se le reconoce como uno de los poetas más originales y avanzados de siglo XX venezolano .
El
poeta muere en la ciudad de Ginebra el 13 de Junio de 1930 en medio de un viaje
diplomático, suicidándose con una sobredosis de veronal.
Aquí
algunos de sus poemas:
El episodio nostálgico.
Siento, asomado a la ventana, la
imagen asidua de la patria.
La nieve esmalta la ciudad extranjera.
La luna prende un fanal en el tope de cada torre.
Las aves procelarias descansan del océano, vestidas de edredón.
Protejo, desde ayer, a la huérfana del caballero taciturno, de origen ignorado.
Refiere sobresaltos y peligros, fugas improvisas sobre caballos asustados y en barcos náufragos. Añade observaciones singulares, indicio de una inteligencia acelerada por la calamidad.
Duda si era su padre el caballero difunto.
Nunca lo vio sonreír.
Sacaba, a veces, un medallón vacío.
Miraba ansiosamente el reloj de hechura antigua, de campanada puntual.
Nadie consigue entender el mecanismo.
He espantado, de su seno, las mariposas negras del presagio.
La nieve esmalta la ciudad extranjera.
La luna prende un fanal en el tope de cada torre.
Las aves procelarias descansan del océano, vestidas de edredón.
Protejo, desde ayer, a la huérfana del caballero taciturno, de origen ignorado.
Refiere sobresaltos y peligros, fugas improvisas sobre caballos asustados y en barcos náufragos. Añade observaciones singulares, indicio de una inteligencia acelerada por la calamidad.
Duda si era su padre el caballero difunto.
Nunca lo vio sonreír.
Sacaba, a veces, un medallón vacío.
Miraba ansiosamente el reloj de hechura antigua, de campanada puntual.
Nadie consigue entender el mecanismo.
He espantado, de su seno, las mariposas negras del presagio.
Poema extraído de la Torre del Timón (1925).
De profundis.
He recorrido el palacio mágico del
sueño. Me he fatigado en vano por descubrir el vestigio de una mujer ausente de
este mundo. Yo deseaba restablecerla en mi pensamiento.
Conservo mis afectos de adolescente sufrido y cabizbajo. Su belleza adornaba una calle de ruinas. Yo me insinuaba hasta su ventana en medio de la oscuridad crepuscular. Me excedía en algunos años y yo ocultaba de los maldicientes mi pasión delirante.
Dejó de presentarse en una noche de temores y congojas y recordé infructuosamente las señas de su vivienda. Un temporal corría la inmensidad.
Yo seguí a desahogar la melancolía indeleble en una aventura, donde mis compañeros se perdieron y murieron. Yo amanecí en el recinto de una iglesia, monumento erigido por una doncella de otros siglos. El sacerdote encarecía las pruebas de su devoción y anunciaba desde el púlpito amenazas invariables. Celebró después el oficio de difuntos y llenó mis oídos con el rumor de un salmo siniestro.
Conservo mis afectos de adolescente sufrido y cabizbajo. Su belleza adornaba una calle de ruinas. Yo me insinuaba hasta su ventana en medio de la oscuridad crepuscular. Me excedía en algunos años y yo ocultaba de los maldicientes mi pasión delirante.
Dejó de presentarse en una noche de temores y congojas y recordé infructuosamente las señas de su vivienda. Un temporal corría la inmensidad.
Yo seguí a desahogar la melancolía indeleble en una aventura, donde mis compañeros se perdieron y murieron. Yo amanecí en el recinto de una iglesia, monumento erigido por una doncella de otros siglos. El sacerdote encarecía las pruebas de su devoción y anunciaba desde el púlpito amenazas invariables. Celebró después el oficio de difuntos y llenó mis oídos con el rumor de un salmo siniestro.
Poema extraído de El cielo de esmalte (1929).
El desesperado.
Yo regaba de lágrimas la almohada en el secreto de la noche. Distinguía los rumores perdidos en la oscuridad firme.
Había caído, un mes antes, herido de muerte en un lance comprometido.
La mujer idolatrada rehusaba aliviar, con su presencia, los dolores inhumanos.
Decidí levantarme del lecho, para concluir de una vez la vida intolerable y me dirigí a la ventana de recios balaustres, alzada vertiginosamente sobre un terreno fragoso.
Esperaba mirar, en la crisis de la agonía, el destello de la mañana sobre la cúspide serena del monte.
Provoqué el rompimiento de las suturas al esforzar el paso vacilante y desfallecí cuando sobrevino el súbito raudal de sangre.
Volví en mi acuerdo por el efecto de la diligencia de los criados.
He sentido el estupor y la felicidad de la muerte. Un aura deliciosa, viajera de otros mundos, solazaba mi frente e invitaba al canto los cisnes del alba.
Yo regaba de lágrimas la almohada en el secreto de la noche. Distinguía los rumores perdidos en la oscuridad firme.
Había caído, un mes antes, herido de muerte en un lance comprometido.
La mujer idolatrada rehusaba aliviar, con su presencia, los dolores inhumanos.
Decidí levantarme del lecho, para concluir de una vez la vida intolerable y me dirigí a la ventana de recios balaustres, alzada vertiginosamente sobre un terreno fragoso.
Esperaba mirar, en la crisis de la agonía, el destello de la mañana sobre la cúspide serena del monte.
Provoqué el rompimiento de las suturas al esforzar el paso vacilante y desfallecí cuando sobrevino el súbito raudal de sangre.
Volví en mi acuerdo por el efecto de la diligencia de los criados.
He sentido el estupor y la felicidad de la muerte. Un aura deliciosa, viajera de otros mundos, solazaba mi frente e invitaba al canto los cisnes del alba.
Poema extraído de Las formas del fuego (1929).
El duelo.
El galán quedó tendido en el suelo de
nieve, entre los árboles disecados por el invierno. Salía del baile de
máscaras, animado de la pasión de los celos, a demandar un desagravio. Recibió
en el pecho el aguda lámina de hierro.
La dama vestida de terciopelo azul, motivo de la discordia, presenció el curso y el desenlace del conflicto sangriento. Le atribuían en secreto uno de los apellidos más nobles de Francia.
El mágico de ropilla escarlata sostiene en sus brazos al moribundo y escucha las últimas palabras, enunciadas con la voz ansiosa y débil de un infante. Presta el auxilio de una ciencia difamada.
La mujer culpable se recoge en el palacio de exquisita arquitectura. Sus autores y fabricantes se habían inspirado en la fauna. Balbuce de miedo al considerar la noticia de una peste ensañada con las hermosas y criada en los puertos de Levante.
La dama sucumbe en la sala del piso de pórfido, al lado de su lebrel blanco. Ha divisado en la penumbra de los aposentos la figura mortal de Empous, una larva de ojos de envidia y cabeza de asno, repulsada por Mefistófeles.
La dama vestida de terciopelo azul, motivo de la discordia, presenció el curso y el desenlace del conflicto sangriento. Le atribuían en secreto uno de los apellidos más nobles de Francia.
El mágico de ropilla escarlata sostiene en sus brazos al moribundo y escucha las últimas palabras, enunciadas con la voz ansiosa y débil de un infante. Presta el auxilio de una ciencia difamada.
La mujer culpable se recoge en el palacio de exquisita arquitectura. Sus autores y fabricantes se habían inspirado en la fauna. Balbuce de miedo al considerar la noticia de una peste ensañada con las hermosas y criada en los puertos de Levante.
La dama sucumbe en la sala del piso de pórfido, al lado de su lebrel blanco. Ha divisado en la penumbra de los aposentos la figura mortal de Empous, una larva de ojos de envidia y cabeza de asno, repulsada por Mefistófeles.
Poema extraído de El cielo de esmalte
(1929).
José Antonio Ramos Sucre
By Unknown
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